¡A otra cosa, mariposa!

Creo que empezaré de uno o de cero.

Hoy sembraré rosas, dalias y azucenas,

inyectando en el torrente de mis venas

la alegría de ser un ordinario jardinero.

Creo que hablaré más de la existencia

de la luz de verme alegre y satisfecho

disfrutando las vivencias de mi pecho,

que sabe trascender por la conciencia.

¡Por fin, Agustín!

Me interesas con tu manto de sombras

porque en ellas ocultas el duro infinito.

Me inquietas cuando en otros me nombras,

haciéndoles llegar el tajo de su finiquito.

¿Te enredo, José Alfredo?

No es tu alma descarnada en extremo

ni tus ojos sin luz lo que temo

¿Será el vacío en el fondo de tu mirada

que veré al momento de tu llegada?

¿Será el veneno cruel de tu beso

buscando  la humedad de mi boca?

¿O será el saber  que nadie sale ileso

de tu sentencia  que todo sofoca?

¡Al centavo, Gustavo!

La muerte es sólo irse a otro lado,

a un lugar que no posee significado.

Es el olvido letal de lo que ha pasado ,

es perder para siempre lo ganado.

No me muero no´mas por morirme.

Me mata el breve y turbio tormento,

la espera, la infamia y el desaliento.

Me mata ese  partir sin despedirme.

Me mata el cruel abandono que infiero,

el rudo alejarse de los seres que quiero,

la perdida del tiempo en la memoria,

que la vida sea una fase transitoria.

¡Al demonio, mi Antonio!

La muerte mata con varias certezas.

y lo hace por diferentes motivos.

Su anhelo es cargarse a los vivos,

sembrando la piel con tristezas.

¡Muy fino, Faustino!

La vida tiene manos de piel de caramelo,

labios rojos y olor de ron en el cabello.

Tiene ojos con don de luz, y es mi consuelo

siempre que me cuelgo hambriento de su cuello.

También tiene muslos suaves de mujer,

cintura de sirena de mar y senos de hada.

Tiene fuego tibio en el volcán de su mirada

y corazón de plata en el centro de su ser.

Es la oferta de una pluma en el tintero

para escribir alguna prosa curativa.

Es dueña de una sonrisa que cautiva

invitando a la aventura al bucanero.

Me gusta por su  breve intensidad,
por su brillo, por su opacidad;
me gusta porque a pesar de la edad
mantiene su necia sed de eternidad.

¡Listo, Calixto!

La muerte es la fea herida

que supura con la edad

bubas de pus de eternidad.

Es la insoportable  soledad 

donde la vida esta metida.

La vida es un lánguido desliz

entre el destino negro y mis excesos,

es poner la blancura de mis huesos

al encanto del roce de tus besos

abultando mi entercada cicatriz.

¡Tú mero, maromero!

Ya tendrás la oportunidad

de mostrarme tu impiedad.

Por ahora dame tu desdén.
Ignórame, punto y amén.

Soy abstemio de tus huesos.

¡No me mandes tus sabuesos!

Estoy contento con mi vida.
¡Hoy no vengas de ofrecida!

Te evado por alguna cosa.
¿Será por la languidez
de esa primera vez
en que te mire luctuosa?

¡Es otro nivel, Maribel!

¿Una nueva canción sobre la parca,

sobre caronte y sobre su barca?

¿Algo nuevo que contar sobre lo mismo,

sobre la muerte y sobre su abismo?

¿Hay algo que agregar en este sentido?

¿Mencionar acaso lo perdido?

¿Enumerar con detalle las tristezas,

los rancios derroteros, las bajezas?

La muerte sigue siendo el verdugo,

el asesino que ata con el yugo,

con el miedo malsano que provoca

con el simple murmullo de su boca.

¡Qué gacho, Nacho!

Tiene ojos vagos de letrina, 

su aliento huele a sucia rata.

Y ninguna recomendación acata

cuando sega vidas por rutina.

Tiene huesos duros de animal,

manos largas con que arrebata

la vida de una forma ingrata,

impune, fría e intencional.

Sus huesos son de caña blanca,

un feo veneno que te arranca
el alma, la luz y la esperanza,
arruinando toda tu templanza.

¡Me piro, vampiro!

La vida es un doble atrevimiento;

el principio de la luz y el movimiento.

La muerte es un burdo aburrimiento,

una escarcha de frío arrepentimiento.

Vivir es un breve acto de bravura,

es reafirmar el amor por la aventura,

mientras no llegue la ingrata sepultura

convirtiendo mi alma en algo que supura.

¡De maravilla, Canilla!

La muerte es una profunda mirada,

la visión de un pedazo de espejo,

una mano que golpea con la espada

y la sorpresa que deja perplejo.

La vida es todo lo contrario,

al significado de vivir un calvario.

Es definir con diccionario

el real signo de mi escapulario.

¡Okey, maguey!

La vida es un tramo de asfalto

donde la gente encuentra un sentido.

La muerte toma de asalto,

lo vivo, haciéndolo todo un olvido. 

¿Entiendes, Méndez?

La vida con sus ojos diminutos

puede ver la esencia de las cosas.

La muerte sólo cuenta los minutos,

para arrastrar los huesos a las fosas.

¡Lo supe, Lupe!

La vida no anda en escondites

ocultando la luz de su bandera.

La muerte anda con desquites

contra toda sonrisa verdadera.

¿Seguro, Arturo?

La muerte es un dolor en el costado,

un molino en perpetuo movimiento

que mata sin pena, sin remordimiento,
con la fría pistola de un soldado. 

¡Qué Bonito, Benito!

Amo el cúmulo de cosas

que la vida ansiosa me provoca.

Amo el encuentro con su boca

cuando de ella salen mariposas.

Me alejo de la tristeza de las muertes

porque de ellas brotan alimañas

que dejan mudos, vacíos e inertes

a los suspiros desde las entrañas.

¡Calmado, venado!

Lleno de color los muslos de la vida. 

concediendo con ardor lo que ella pida.

Beso con pasión sus senos, su cintura,
olvidándome que no estará en mi sepultura.

A fin de cuentas el vivir es sólo un acto pasajero

que amerita saber taparse el sol con el sombrero.
A fin de cuentas morirse es elemental
porque después del inicio está el final.