lunes, 15 de diciembre de 2014

¡Muy fino, Faustino!

La vida tiene manos de piel de caramelo,
labios rojos y olor de ron en el cabello.
Tiene ojos con don de luz, y es mi consuelo
siempre que me cuelgo hambriento de su cuello.

También tiene muslos suaves de mujer,
cintura de sirena de mar y senos de hada.
Tiene fuego tibio en el volcán de su mirada
y corazón de plata en el centro de su ser.

Es la oferta de una pluma en el tintero
para escribir alguna prosa curativa.
Es dueña de una sonrisa que cautiva
invitando a la aventura al bucanero.

Me gusta por su  breve intensidad,
por su brillo, por su opacidad;
me gusta porque a pesar de la edad
mantiene su necia sed de eternidad.


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